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10/12/2024 | Infobae |
El detrás de escena del acuerdo con la Unión Europea |
Un texto consensuado, una carrera de obstáculos por delante, el ajedrez político entre los propios europeos y unos dos años de espera para verlo funcionando, si resulta finalmente aprobado |
Cuando pocos apostaban por el consenso, hubo fumata blanca. En Montevideo, la presidente de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y sus pares de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay acordaron los términos de un compromiso cercano al libre comercio entre ambos bloques. Todo indicaría que ahora sí hay chances de conformar un mercado de más de 700 millones de habitantes, valuado en unos USD 22 mil millones. Conviene aclarar en principio que todavía nada se ha firmado y que el camino para llevar a la práctica lo pactado es largo y no estará exento de amenazas. Ha nacido un texto consensuado durante el encuentro montevideano, pero ahora deberá ser traducido a los idiomas de los distintos países que integran el bloque europeo, y luego pasará por el Departamento Jurídico de la Unión Europea (UE), de modo de revisar si se ha incluido alguna cláusula que pueda ir en contra de reglamentos internacionales o internos del propio bloque. Estos pasos demandarían entre siete y ocho meses, luego de lo cual será analizado por los respectivos Parlamentos para su ratificación o no, dentro de una etapa que no tiene fecha límite. Los más optimistas piensan que habrá que esperar hasta 2026 para que veamos funcionando este intercambio comercial tal como fue pactado. Algunos especialistas en negociaciones internacionales entienden que de todos modos “se puede empezar a trabajar”, incluso podría entrar en vigencia de forma transitoria hasta que los Parlamentos europeos definan su posición. Respecto de 2019, el cambio principal es el compromiso de adherirse simultáneamente al Acuerdo de París sobre cambio climático, con la posible suspensión de beneficios si una parte no lo hiciera. También obliga a los involucrados a detener la deforestación a partir de 2030 y aceptar la resolución de disputas. Asimismo se han diseñado medidas de salvaguardia para abordar perturbaciones del mercado. El acuerdo de liberalización involucra al 91% de los bienes que los países del Mercosur exportan a la UE y el 99,7% de lo que la UE envía a las naciones del bloque del Cono Sur. El 70% de los aranceles europeos serán eliminados tan pronto el acuerdo entre en vigor. En un plazo de diez años, los sudamericanos habrán desgravado el 72% de su comercio y los europeos el 92%. Por otro lado, para productos sensibles como carnes, arroz, azúcar, etanol y miel, entre otros, la UE pone cuotas de entrada, al igual que el Mercosur, por ejemplo, para los lácteos. En cuanto a los vinos, ambos bloques eliminarán en un plazo de ocho años los aranceles para botellas y envases de hasta cinco litros. Como se observa, encierra beneficios y también amenazas para los sudamericanos. Entre los avances más destacados, la UE introducirá gradualmente en cinco años un cupo de 99.000 toneladas de carne vacuna (55% carnes enfriadas y 45% carnes congeladas), con un arancel del 7,5%, lo cual representa el 1,6% del consumo total del bloque por año. Asimismo, la tasa pagada actualmente bajo la Cuota Hilton (20%) será desgravada a 0% de forma inmediata por la UE una vez que entre en vigor el acuerdo. Las cuotas actuales se mantendrán y habrá que definir como se reparte la nueva entre los cuatro miembros del Mercosur. Se habla de un criterio basado en los antecedentes de cada país. Hay además un cupo para las aves de corral, unas 180 mil toneladas, que representa alrededor del 1,4% del consumo total de la UE, y otros para carne de cerdo, azúcar, etanol, arroz, miel y maíz, este último por 1 millón de toneladas. El acuerdo reconoce asimismo 350 indicaciones geográficas para evitar la imitación de ciertos alimentos tradicionales de la UE, como el queso parmesano reggiano. Por su parte, el bloque sudamericano otorgará a la UE una cuota libre de impuestos de 30.000 toneladas para quesos (ahora con aranceles del 16-28%), que se implementará gradualmente a lo largo de 10 años, con otras cuotas para leche en polvo y fórmulas infantiles. También se aplicarán gradualmente reducciones arancelarias para los vinos del bloque europeo, bebidas espirituosas, aceite de oliva, duraznos y tomates enlatados, productos porcinos, chocolate y refrescos. En cuanto a productos industrializados, el Mercosur eliminará los aranceles para los automóviles (actualmente pagan un 35%), las piezas de automóviles, la maquinaria (hasta el 18%), los productos químicos y farmacéuticos (hasta el 14%). También facilitará el acceso para la ropa y el calzado. Para los vehículos eléctricos e híbridos, la introducción gradual demandará 18 años, aunque con una reducción del 35% al 25% en el primer año. Desde la Comisión Europea dicen que el acuerdo ha sido pensado para el fortalecimiento de la cooperación económica, así como la sostenibilidad y seguridad entre ambos grupos. Pero además se sospecha una jugada de ajedrez política intrabloque que tiene otros alcances, sobre todo sabiendo cómo piensa Francia al respecto; la premura de Von der Leyen no es casual si se tiene en cuenta que hace una semana cayó en Francia el gobierno del primer ministro Michel Barnier. La alemana se movió a la velocidad de la luz, a despecho de lo que se espera será la reacción de los productores europeos. “Hemos escuchado las preocupaciones de nuestros agricultores y hemos actuado en consecuencia. Este acuerdo incluye sólidas salvaguardas para proteger sus medios de vida. Además, nuestras normas sanitarias y alimentarias europeas siguen siendo intocables. Los exportadores del Mercosur las tendrán que cumplir estrictamente para acceder al mercado de la UE”, advirtió. Está claro que Francia va a hacer lo imposible para lograr que el acuerdo quede como letra muerta. Buscará convencer a otros países para reunir masa crítica; si Italia apoya a Paris, Emmanuel Macron contaría con los votos necesarios para bloquear la movida consensuada en Uruguay. Por lo pronto su gobierno emitió un comunicado: “El acuerdo UE-Mercosur planificado es inaceptable”. Desde el Eliseo insisten en que por ahora nada se ha firmado; “no hay ningún efecto jurídico y los Estados miembro no están obligados por el anuncio del fin de las negociaciones. Esta historia no terminó”. Hay que decir que Francia no parece ser ejemplo de productividad agrícola, según los datos disponibles. Desde luego las repercusiones dentro de la nación gala anuncian un posible clima de guerra. Sindicatos que nuclean a jóvenes agricultores dicen que esta validación es “una provocación para los productores europeos que aplican los más altos estándares de producción del mundo. Utilizaremos todos los medios disponibles para garantizar que este acuerdo no sea ratificado, ni por el Consejo, ni por el Parlamento Europeo, ni por los Parlamentos nacionales. Es inaceptable que la agricultura europea sea sacrificada en beneficio de productos importados generados con prácticas prohibidas aquí”. Por su parte, la Federación Nacional Bovina indicó que “ni los criadores, ni los consumidores europeos permitirán que su producción sea reemplazada por importaciones de carne generada en condiciones consideradas ilegales en Europa”. Y le reclama a Macron que reafirme sin más demora su oposición a este acuerdo ejerciendo su derecho de veto y notificándolo inmediatamente a Bruselas. Para el colectivo Stop Mercosur, el pasado viernes ha sido “un día trágico para el mundo agrícola, la alimentación, el empleo y el planeta”. Y cuestiona asimismo a Macron. “No ha hecho nada en Bruselas durante cuatro años para impedir que estas negociaciones concluyan. Este acuerdo de carne por autos, negociado a puerta cerrada y sin tener en cuenta el creciente rechazo que genera, no debe ver la luz”. A su turno, las asociaciones interprofesionales de la carne de vacuno (Interbev), de las aves de corral (Anvol), de la remolacha y del azúcar (AIBS) y del etanol (Intercéales) mencionaron al acuerdo como una grave afrenta a la soberanía nacional de Francia, Polonia, Austria, Irlanda, los Países Bajos e Italia, que han expresado claramente su oposición. “No habrá unanimidad entre los Estados miembro. Queda por ver si Ursula von der Leyen está dispuesta a llegar tan lejos como para aplicar temporalmente el acuerdo en espera de su ratificación”. En el mismo sentido, el poderoso Copa-Cogeca recordó que durante años se ha opuesto a este “acuerdo obsoleto y problemático; la Unión Europea no debe profundizar sus relaciones comerciales a cualquier precio”. Un especialista español que ha defendido largamente a la carne vacuna frente a los discursos ideologizados que intentan desprestigiarla, Juan Pascual, tampoco fue benevolente con el acuerdo. “Las consecuencias para el agro europeo serán catastróficas. No es posible competir cuando tu propia administración te ata de pies y manos y permite la entrada de productos producidos con prácticas vetadas aquí”. Habla asimismo de diferencias insalvables en materia de bienestar animal, y cita a 145 pesticidas prohibidos en Europa que usan los países del Mercosur. Dese luego también aparece la cuestión del cambio climático. “La UE, tan mirada con las emisiones de sus ganaderos, se muestra laxa con las de los que ahora producirán nuestra comida En definitiva, esto no es más que un acuerdo de carne y alimentos a cambio de vender nuestros coches y maquinaria allí”. En la vereda de enfrente, otros miembros de la UE, como Alemania, insisten en que el acuerdo con el Mercosur es vital para Europa. Ven al bloque sudamericano como una fuente potencialmente fiable de minerales críticos como el litio, un metal para baterías, necesario para la transición verde que pretende el Viejo Continente. En el balance aún resta recorrer un camino desafiante en Europa para poner en marcha el acuerdo. Para Argentina implicará beneficios a la hora de vender nuestros productos agropecuarios, pero dentro del propio sector algunas actividades deberán prepararse para una competencia creciente y compleja, por caso lácteos y porcinos. Viene todo un proceso de ajuste, sin dudas. ¿Cómo se llegó a este acuerdo, antes resistido por toda la UE? Algunos ensayan posibles respuestas. Tal vez sea el gobierno francés cayendo que ya no puede oponerse, tal vez sea la necesidad de cerrarle el camino al expansionismo ruso y chino, tal vez sea la victoria del proteccionista pro Putin en EE.UU. O tal vez simplemente el hartazgo de tantos años de negociar y negociar. El momento elegido por Von der Leyen ha sido el propicio para encontrar mínima oposición. El Mercosur tiene que aprovecharlo. Una cosa es clara. El agricultor europeo no tiene que enojarse con su par sudamericano. Tiene que enojarse con sus dirigentes, que lo saturaron de regulaciones al punto de encarecer la obtención de los alimentos que necesita la gente, objetivo que debería estar por encima de cualquier otro. Claudio Gianni |
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